Mi primer día como mesera en el bar de rock fue un desafío, pero también un gran logro. A pesar de estar nerviosa, logré adaptarme rápidamente al ritmo del lugar, atendiendo mesas y tomando pedidos en medio del bullicio. Fui capaz de mantener una actitud positiva y eficiente, incluso cuando la música estaba a todo volumen y la clientela se volvía un poco ruidosa. Aunque cometí algunos errores, supe aprender de ellos y mejorar en el transcurso de la noche.
Una de mis mayores responsabilidades fue asegurarme de que las mesas estuvieran atendidas correctamente y que las bebidas llegaran rápidamente a los clientes.